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Browne

Calambres Exquisitos

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu. Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida(Artaud)

lunes, 28 de julio de 2008

Esto no es una pistola

Nada en la vida es razonable, en realidad, dicho así
cualquier cosa podría pasar, anoche sin
ir más lejos hablábamos de tubos negros,
junto a la ventana, mientras el vecino de arriba sufría un infarto,

Por lo que supimos después, había llamado al 112,
no sin antes dejar la puerta de casa abierta
y tumbarse sobre su cama
a esperar

Desde la ventana de nuestra habitación oímos luego
como los policías confirmaban su identidad
en la terraza, con un par de llamadas
a una centralita
la identidad y la edad
del fallecido
Nacido en 1959

Hoy, a mediodía me has traído el País para que vea que
no es una buena idea
viajar ahora a Turquía

esta mañana te he dado los buenos días con una
mala noticia, tú, sin querer me
has estampado un codo
en la nariz

Pienso en una mariposa que arde
Una mariposa en una caja de cartón
opinas, yo me deshidrato, el ventilador hace un ruido
espantoso, miro al gato a punto de saltar al
vacío desde la ventana del cuarto, dudo de si
sacarle o no
de ahí

Llegarás hoy relativamente pronto,
oleré tu sudor antes de que te
duches

Seguramente nos emborrachemos
y hablemos por los codos.

Cerveza, hay en abundancia
la he visto antes, de reojo, cuando he
abierto el frigorífico.

Llevamos días dándonos besos en la
boca, además

hace poco pensé incluso que a veces actuamos
igualito que en quien teme a Virginia Wolf
en casa de tus padres, por ejemplo
que es enorme, donde los perros corren
e incluso te obedecen
y nos revolcábamos sobre la hierba,
como insectos. Actuamos, definitivamente, a
veces.

En cualquier caso no quiero oír hablar de bombas hoy
Sé que existen, que explotan a cada instante
Pero eso es algo que me concierne, sólo relativamente

y aunque tal cosa
no llegue a revelarse nunca
como una receta útil contra
el mal estado de las finazas públicas nosotros hacemos
el amor, perdemos los estribos
leemos novelas francesas

ví a Proust, lo juro, digo qué buen título para
mi libro
cariño, estas toallas no están secas
tenemos que cambiar el colchón
o acabará por destruirme
la espalda.

martes, 22 de julio de 2008

She she Nena

Uno se pierde en las palabras
Y uno, sólo se fortalece con hechos
No te midas como persona por lo que has hecho

Amplía la percepción
Dios te pone ante determinadas situaciones
Para aprender a resolver toda tensión
El arco debe sonar continuamente la misma nota
Más aguda en cada temple

No te regodees en el dolor
Tanto como para la vanidad como para la miseria
No te regodees
Distensión
Cualquier efecto que tenga sobre ti
Humildad
Disculpa
Agradecimiento
Otra oportunidad de Dios
Tranquilo
Escucha lo que te dice
Mira hacia dónde te quiere llevar

Soy lo que soy
Y siendo así
Soy perfecto
Hasta ahora no has amado

La senda del guerrero
Es estar preparado para la batalla
En cada ahora
La guerra se libra en uno mismo

domingo, 13 de julio de 2008

Piano

Piano los gatos andaban mojados:

Comprobar
como la fiebre recorre
el cuerpo dormido de las piedras, (ausencia de párpado) -

Se limpia las botas de rojo y grita en el autobús de vuelta a casa,
como una corneta, grita
en las escuelas de la ciudad.

Piano es /

Un anciano sin tiempo, el color de las mariposas. Como pintar limones sobre un banco de piedra, un verbo torcido.

Piano en Abril:

Tuvo hambre de Peces Amarillos, colaboró en varias revistas de éxito, se
Descalzó ante multitudes, (callen las
Multitudes)

Fumaba
Con ranas sobre las manos negras, sujetaba los astros de los gigantes, Piano.

Piano sobre un Lunes:

Escapa en las rodillas de su madre, aspira sexos, las mañanas cerradas en
Un puño de río,

Piano con un triste pan partido en la nuca, la mirada descosida.

Latía tierno de petróleo entre los muslos y la cara, recordaba al Hombre Azul que

Espantaba pájaros al caminar.


Piano: En el Tiempo de Caín se alimentaba de
Moscas.

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miércoles, 9 de julio de 2008

Autopsia a un asno

Qué puedo decir de las herramientas
-que ya no sirven- y no hacen más que coger polvo
en algún rincón olvidado de la casa

Veremos pasar otro verano y
la bicicleta hermosa y vieja que una vez
encontramos
abandonada frente al muelle
seguirá exiliada en la terraza mientras sus pedales,
continúan oxidándose y el viento peina
las banderas de plástico

Yo
-después de ver partir hombres desde las carreteras
del olvido, ver la carne rajada y la carcajada convaleciente de los mudos-,
que miré
hongos en atolones y ladridos marrones, la
vana furia de ardillas encapuchadas, y la luz mendiga
de los ausentes, yo
que oí la música después de morir la orquesta, quisiera encontrar
un remedio a esto que me pasa
vacunarme contra la vida, avisar de los
poemas, que hablarán también
cuando yo haya muerto
no tener un vino azul ni conquistada otra boca,
agradecer de tantas cosas que hicieron que me
sintiera
alegre y vagabundo, eléctrico,
salado alguna vez


Ahora
quisiera atreverme a decir cosas
llenas de ternura, -no sobre
mi bicicleta-
ahora que disto (despeinado y torpe) mucho
de ser una persona
cabal y seria,
preferiría hablar del
amor, hablar de él como si fuese
una rueda
vertiginosa y frágil, colmada de huérfanos
y nanas, y bares al amanecer y
yo estuviera loco o viudo
y hablar sobre ella fuera intolerable
y el dolor subiese por las rodillas
hasta la espalda y empapase de vino
la columna y las cervicales
y la lengua

Quisiera escuchar el mundo, con grandes orejas de lobo
y hablar de lo que no hablé
los pájaros desnudos en las plazas
los hábitos insanos y los dolores y el estomago vinculado a sus neurosis
lograr alejarme, un poco de mí a fin de poder tener a bien
explicar, con palabras claras y bellas lo que
de terrible seguramente, sería no haber aterrizado en blandas
colchas de droga y venir a morir a morir para siempre, en la cordillera cálida
de sus órganos
vitales

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miércoles, 2 de julio de 2008

ODA

Uno sabía
que había llegado el verano
enseguida también
por la fatiga de la anciana, vecina
beata del cuarto, por como subía
la escalera, con lentitud y en silencio. Por la
chica del calendario que colgaba justo
en la puerta metálica, del taller de la C/
Carretera Escrivá, chica
que solía ir durante los meses
de junio y julio casi siempre
disfrazada de indio, calle
que atravesaba
cada día sudado y veloz
(yo) al acabar las clases, cargado
con una,
mi mochila azul
y gris, y rígida y distinta de todas
las otras
mochilas del colegio.

Uno sabía
como vencer el aburrimiento
como espantar las moscas
como detener el tiempo
y resolver las dudas
sin abanicos ni crucigramas

Entonces
la gente aún tendía la ropa
a la vista de los vecinos y en el
barrio había
palmeras y pájaros
novias y bicis

Uno cerraba con pestillo la puerta
(siempre se quedó
sin arreglar y parecía
contrahecha
y vieja y chirriaba
llena de carcoma ) y tras ella, la vieja radio despertador
blanca señalaba la hora y el lugar.


Era significativo
el modo que uno tenía
de olvidar y sentirse
feliz y más ágil
cuando arrojaba los libros en la esquina más remota
de la casa, y murmuraba cábalas y rituales
que prolongaban el maleficio
lanzado contra
la escuela y los compañeros más altos,
y fuertes y guapos y alargaban
la longitud de la siesta, y ardían
como los restos en una pira,
los rostros de todos los verdugos troceados
en un sueño de barniz mientras
te despedías de arañazos y
bromas que huían
sin peso y ese vapor,
fúnebre de las esterillas
y los cuencos de agua
se evaporaba
de cara al infinito
subía desde la acera
caía
en los agujeros de la persiana
como un láser ultra violeta
el sol
y el aire
guiaba el aroma de la hierba
ultrajada
por el calor y el plomo
y traía
la música tenue
pero audible de forajidos y
zíngaros
que se ganaban
la vida cantando
en las cunetas

Reconocías que hacía poniente por el
reguero
de polvo
que se alojaba en tus
ojos depositaba lágrimas
tibias con sabor
a maíz sobre tus pómulos
por el agua fría
y el vino caliente


Partías de ti, y hacía el mundo y en una vida anterior
vivida en un mundo distinto, tal vez contiguo
imaginabas que en el Madison quien ofrecía un concierto eras tú el
que extirpaba de una Fender fabulosa
el sonido de una
bocina excitada
que enloquecía
a las criaturas histéricas, madres de las madres de otras
madres que perdían
el culo por intimar contigo
en el back stage.

Tu edad
eran todas las edades
tus ojos eran los ojos
del mundo.

Era evidente que algunos de los
muchachos ya sabían qué había
que hacer para deshacerse de la ropa
a dentelladas, soportaban
bien el sol, daban largos paseos
y abandonaban sus motocicletas en la orilla
de la playa
para entregarse a juegos y borracheras
prodigarse por sitios comunes
reuniones multitudinarias,
presentaciones de libros
y campeonatos de Europa

pero en cambio tú
conociste la felicidad así,
aguardando a que resucitasen
las palomas en tu
vientre a que te fuese
concedida una profecía a que se revelase
la sabiduría de los ríos negros y los muelles
que desafilan el cerebro

Tú apostando
por la quiniela con la que sabías
nunca podrías perder


recién venido, fugado del frío

lleno de aire
tiempo y esperma.

Más

Vengo del desorden, vengo de la rama que atraviesa el fango, del
deterioro que se forma en las camisas y el silbido, del desprecio
enfundado como un guante, de la caverna de yodo y el anclaje a lo subhumano,
vengo del frío del desierto, de lo despoblado y del entierro de un hombre,
vengo de la suspensión gozosa, de martirizarme como un escolar de ceniza,
de doblegar con más doblez lo torcido y ambiguamente y sorda y lenta,
sin perdón y sin indulto, vengo como vienen los pájaros del exilio y a
verterme carniforme entre tus brazos,
qué patria de muñones y trenzas, las níñas podrán decírtelo, yo fui
una de ellas.

Vengo del color que expedía facturas y aceites,
en el espejo soy vulgar y hermosa como una cerradura, dientes y esparto y
rasguños. Te amo con la simpleza de un mecanismo de manos, de empuñadura,
y en la humareda perfecta que exhalas los sábados, pero vengo de un
ojo azul alterado y psicótico, de una enredadera que tejía los cabellos, pobres y rubios,
grasos como oraciones, se desplegaban sobre la almohada.

Vengo de donde se casan las otras, las parejas estables compraban allí casas
y vientres, vengo de la receta inservible, nada sobrevive con ésta medicación.

Sabes de dónde vengo, el pozo lleva mi firma, el límite lo escribes con tu espalda,
cruje ahora el cabello rojo como un cacahuete quebrado con el pulgar,
me doy una tregua, después de todo vengo
del abono y
la sedación.

Vengo del exceso y la obediencia


han venido