Di que no.
No, no tonto no, nada es lo que parece. Acaso qué te creías, nada de panaceas, los males no se curan con los antibióticos que te vacunas. No sé decir desde que lugar escribo. Dónde confluyen mis palabras con los porqués de mi pensamiento. Creíste que estabas dentro. Sospechaste por mucho tiempo, que existía como una conjura, entre todos, sobre el significado del mundo y de la vida. Incluso pensaste, que no todos se hacían preguntas, que había quienes se dedicaban a vivir. Y quisiste reconstruir de las formas, según que usos. No te pares a mirar, tanto, el qué ni en dónde. El silencio de palabras. El sonido de hechos. Y la forma de sentidos que se transforman. Se pudre. Se compra. Colaboras en el establecimiento de abalorios.
Para tratar, otra vez de lo mismo, volver a chillar los mismos gritos, los mismos anhelos de existir o de verdad sentir, entre toda esta apariencia de contrasentidos. Porque alguna de ellas es la buena. Y por debajo sigues notándolo, removiéndose, por mucho que caiga, después, arriba. La que siempre has oído: clara, parca, plana, sin que diga nada, firme, antes de que la empujen y caiga, antes de viciarse o doblegarse entre las siguientes que te forman. La catarsis no cura, el repetir el dolor, su sensación, no la cura.
Busco tenerla,
la sola palabra,
precisa, clara,
siquiera una,
que naciera de cada uno como el descubrir lo ya sabido. Como el rechazar el engaño. Pero sin temblar tanto de dudas. Ni poner tantas idioteces. Y poder crear, como han hecho, fantasías con palabras celestes. Y forjar aplomo en los sueños de cada uno, para que todos nos notemos soñando, despiertos, y todo cambie y de verdad seamos capaces. Y poder ser incendiarios. Y repartir el azote que tambalea murallas, hechas en zanjas, de recién fraguadas, argamasa aluminosilla, desecadas en tantos soles de embuste como días. Con Partir las vigas que se creen tan duras. Y esperar a ver que pasa, esperar a como arde. Otra vez a la tierra lo que era del aire.
Álbum de nuestro ocaso constante, de golpes en las nalgas. Imperante dentro de la languidez de la esencia. No sentir como padecemos. Aterroriza observar como vamos desde el reino, la mansión a golpe de talonario, o la isla exótica, a cuanto me dejo del sueldo en comprar hojas de los árboles en otoño, o sí podré tener carro de aquí un par de años, me apetece una horchata. Hasta cuanto se puede estirar un dólar para comer siete, una vez al día al menos, si se puede, si toca.
Una ocasión más, para esa voluble mente que es uno mismo, de asfixiarse ahogada entre varios flejes, pero llevando el cotarro, o eso creyendo. Y yo cuando he mirado las nubes, siempre creí ver, que coño, vi, en propulsión aleatoria dentro de cada blanca nube, brillantes partículas que oscilan como si de las propias gotas se tratase. Y joder como se mueven. Vaya con lo cuántico. Cada trozo de papel oportunidad aparente, esta historia de cartel tantas veces visto por la vía.
¿Qué?
¿De qué se me acusa?
¿Creerme las penas?
No del todo mías, bastante poco, de mías.
¿Muertes de otros?
¿Quién no reconoce lo suyo en el otro?
Se muere todos los días un poco.
Y tantas veces, se transciende, con una mirada que piensa. De cada pensar que cruje en algún objeto cercano, que parece hacer una grieta.
¿Cómo ésta?
La obra, el arte, (no por lo del frío), llegar al otro, conmoverlo. Es cada entresijo vital, apasionadamente humano, maravilla de la sombra que clarea, que oscurece, y suma y consigue y pretende. Soy de mi tiempo, por supuesto, tiempo de: injusticia, guerra, corrupción, degradación, explotación. Soy como mi tiempo (por mucho que se diga, delante de un ordenador). Quiero, ser, distinto.
Es complicado, incluso peligroso, poder desentrañar la inestable línea de cuando se siente que el sentido que puede llegar a tener, lo que cuente, no será más, no será menos, del que pueda llegar a darle. Debe quedar algo de vivo, por de dónde viene.En esencia, mantener lentamente agarrado a bocados el aire, desde el recodo tranquilo y simple de uno mismo. Con una sencillez compleja. Y acabar con quienes tapan usando mirillas llenas de pegotes. Y hacer por destrabar, por todos los rincones cada esquina que nos forma, para que haga línea ancha. Y no ha hecho (todo esto), más que comenzar, más que ir terminando...
Sin el miedo, el de cada uno, sentir. Ser, de verdad algo, ser todos. Los ánimos cambian a lo veleta. Y por aquí sopla de veras. Verdad, que gotea falacia, que nos amamanta. Es duro que siéndolo todo, seamos un lodazal de nada. Sinsentido, nada. Mientras se quiebra el alrededor, mientras nos vamos despedazando poco a poco. Para no ser, ni haberlo sido. Dejar de estar, dejar de ser. Como siempre. Monta tú, tu propia movida, paranoia de mil usos con cien mil añadiduras. Haz tu marca, deja una muesca. Para qué la de otro, qué es eso acaso, que más da. Para ver qué. Mira por lo que quieras. Pero escribe un NO bien grande. Hay muchos Sis pequeños que te lo agradecerían.
2 Pulsaciones:
"Vaya con lo cuántico"... Debes ser una de las personas que más preguntas se hacen al cabo del día. Que grande es dudar. La duda es el remedio a la existencia, o debería.
Tu la segunda, pisándome los pasos...
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