Para todo escritor que cabriole (o esquive) un quebrado latir equidistante de la línea que le marcan del sonido que pervierte todo ojo que reclama nunca más un tocar hueco que adormezca cada alma que desea hacer su tono. Decir su verbo. Marcar su solo. Callar. Escuchar. Sumar como la más valiosa de las reglas aritméticas.
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El 30 de Noviembre
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