art

Browne

Calambres Exquisitos

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu. Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida(Artaud)

jueves, 27 de septiembre de 2007

Million Dollar fat guy

Empieza a sermonearme: mira, chaval, en la vida..., dice algo así como que los tipos duros están mal vistos. No puedo más y estallo de cólera. No se bien qué me ocurre, mascullo algo así como un: hasta aquí hemos llegado, le obligo a dirigirse hacía el pasillo, lo cruzamos, nos quedamos en la puerta de la que parece el dormitorio principal, de espaldas a él, me quito la chaqueta, la tiro al suelo, me arremango, le grito, pégame, y cierro los ojos. Hace ademán pero no golpea, alega que podría hacerlo pero no lo hace. Me quito aún más ropa y adopto una postura que he visto en algún combate televisivo, con los pies dibujando un ángulo recto, para aumentar el punto de apoyo, con la mano izquierda un poco más adelantada. Siento algo de temor, es más grande y corpulento, y mucho más fuerte, siempre lo ha sido. Pienso en lo bien que lucirán las cicatrices en mi cara y en que no me irá mal pelear un poco, eso me anima, se pone entonces, también él, en guardia. Descubro que goza de cierta técnica, se mueve como los púgiles de la tele. Me fijo en como pone él las manos e intento imitarle, logro golpearle, poco y mal. Empieza a darme de lo lindo pero en vez de arrellanarme me envalentono, no siento ya miedo, sólo una especie de frenesí sonámbulo, golpeo con los ojos cerrados, ver que acierto algún golpe me alienta aún más, le golpeo con todas mis fuerzas, parece, de repente haber aumentado de tamaño, me apoyo contra su pecho y golpeo una y otra vez contra su cuello, cara y barbilla. Cada vez parece más fatigado, mis golpes no son limpios pero parecen hacerle mella. Sigo insistentemente, noto como me zumban los oídos, de repente cae al suelo, me tiemblan las manos, ella llora, hasta ese momento que no escuchaba sus gritos, él no está inconsciente, está confuso, eso sí, le suelto un par de patadas, la última, y otra más, paso por encima de él y recojo mi camisa, mi chaqueta, despacio mientras ella sigue llorando, voy hacía la puerta sin mirar hacía atrás, el llanto se oye cada vez más débil hasta que se convierte en apenas un murmullo seco. Cierro la puerta tras de mí. Me palpo la cara. Las heridas no parecen más que arañazos. El corazón me sigue latiendo rápido. Camino por la calle con la cabeza agachada. Hasta que no entro en el coche no logro calmarme. Pongo la radio, una emisora al azar. La canción me suena pero no la reconozco. Siento un súbito subidón de adrenalina. Salgo a la avenida y pongo el coche a cien. Veo de lejos un coche de la policía local y aminoro justo a tiempo. Una vez veo el coche por el retrovisor, a una distancia prudente, vuelvo a acelerar. Sólo quiero irme de allí. Lo más rápido que pueda. Una gota me cae, lenta, por el rostro. No se si es sudor, o sangre o una lágrima. Reconozco al fin la canción. Subo el volumen. Acelero.

Etiquetas:

3 Pulsaciones:

A las 27 de septiembre de 2007, 23:51 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Muy bueno, me ha gustado.. engancha desde el principio, puede verse. Se te da bien esto así corto y directo bien podría ser como un puñetazo.
Respecto a la etiqueta ç parece que sea un error, lo de ç, como si se te escapara el dedo hacia la tecla. El poema y el color del nitrógeno. Bueno, qué puede ser más helado y blanco que eso.
Nitrógeno líquido.

Luna llena y frío, y aquí

 
A las 30 de septiembre de 2007, 0:16 , Blogger Luciérnaga ha dicho...

Perro de las maldades, aunque nunca te comento me gusta cómo escribes. Lo que pasa es que me das un poco de miedo. Y después de leer esto más.

Muask!!

 
A las 1 de octubre de 2007, 19:46 , Blogger Angus ha dicho...

Sencillamente genial. Me ha gustado muchísimo. Tus prosas son muy buenas so perro.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio


han venido