Es en el entonces, cuando las acerosas manos (no tienen sinónimo), de los mundos que nos toca vivir, modelan la figura de nuestras substancias. Y son los muchos entonces los que modulan cada timbre con su tono. Formando posteriores y edificando viejas torres, con nuevas piedras, en cada individuo. De lo que sea. Que se quiera poner. De las que piensan hacia dónde crecen, sin ir hacia donde sienten. Sobre las que se edifican imperios. En soledad compartida. Volcanes babeantes de dolientes tristezas, de alegrías sentidas. Al rojo por lo que les combustiona del frío por lo que les oxigena. Aúnan múltiples modelos, y alinean, apuntalando el cielo.
No digo nada, fuera de la candidez vaga de observar cielos en sus estados, viéndolos desde los míos.
Y este de aquí para allá, (sin casi moverse) era lo que me confundía, entre el ente. Cara de frente, calientes las manos, frío el pecho en creciente carnaza, estridente ante el tempestuoso aire. Junto al tan multiforme punto de vista, concretamente, el mío. Un esbozo simplista definiría el caso, como que ante algo tan raro, tan extraño, tan inteligible e inexplicable (termino tamaña enumeración)…, me salió una verruga: la mía propia. Y limpiando el contenido de la cerbatana, en cada respiración, sople alejando cada resto de riego de viento, viciado del contacto, por molesto, deslizando a bocanadas todo maldito hueco, con bramidos de pito. Y se purgaron tantos sueños como hálitos de vida iba soltando por esto. Cual fichas de dominó cayendo.
Además, laberíntico confundido por las migas, la vida nos traza ávidos, mi hambre era terrible para apreciar en minotauros. Y me perdí en como hacer. Congénito devorador de realidades. En tragar mundo. Y ya se encargó él, de ir saciando, para después, cuajar harto…
Sin embargo, sería omitir no decir, que solté más que aflojé las riendas del caballo, para que fuera pasturando por encrucijadas. Mientras decidía, muy levemente espuelado, casi al mínimo. Es lo normal. Era nuevo en esto. Y se distrajo, vaya si lo hizo. En cada matorral que se movía y por cada verde. Y al trote se hecho al cuento. Y fue así, reinventando sueños que desteñían. Recreándome o creyendo hacerlo.
Con embargo (vida real inhóspita), este sujeto que me sujeta a esto que no entiendo o creo que demasiado, embelesado por un regusto amargo, va y se salió, caminando. Y recibí siendo, por donde fui usando mis días. Y crecí sintiendo que lo que no era, también, me hacía.
No sé cuando fue. Si sé como lo hizo. Cómo se colapso mi receptor de artificios, de mentiras, de ficticios, y se habituó a lo vago. A las revisiones nubladas con sus vaporosas sendas, como el humo entretenido en funambulitas alturas, o espesos espejos opacos. Y ésta esponja sedienta de gotas de su misma escala, absorbió torrencial, perspectivas distintas, con el vaivén de otras bollas, y se balanceo según las brisas y las palmaditas en la espalda. Ahogada entre los infinitos y pocos definitivos pliegues particulares, de un mar, singularmente raro. Cambiante. Joven. Nuevo. Viejo. Raro. Tras un Norte, y menos imanes puteantes.
Tuve y me retuve al pecio de cada corriente y paradójica dirección, por esto. Tal vez un sitio, tal vez un tiempo.
Pero ¿qué es eso?
A tantas cosas se le acaba pareciendo esto. Tanto hemos hecho para que así sea. Con que tras cada estación los nuevos brotes manaran de los antiguos, mismas fisionomías, mismo recinto, sin ser nunca más, el mismo. Otro desquiciado inconforme, hasta cuándo, pero con pocas agallas, hasta dónde. Otro rebelde con el estómago lleno, descontento y enfermo como el mundo. Sin querer nadar fuera del agua, ni soltar el brazo en las pedradas.
Cesa de llover. Un viento inunda lo detenido y da ocasión, a un sol de tarde que languidece y parece mezclarse, sincronizadamente, con otro chispazo neuronal que vuelve de algún sitio, e intenta dejar parte de su luz hasta acabarse. Aún así, tímidamente hasta coger fuerza de nuevo, empieza a chispear, y nublado, otra vez, todo sale por la tangente.
3 Pulsaciones:
mola
manda a la mierda a la maldita conciencia, es la víbora que siempre NOS acompaña y no te deja gozar de la NADA.
Un viento inunda lo detenido... menudo pedazo de cabronazo.
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