Mientras quede tinta
Zapatilla anudada debajo de la mesa
Se rumorea en el rellano que perdió a su compañero en guerra
Es ya una zapatilla vieja
La mordía el perro cuando tenía dientes
Ahora ni eso
Espera debajo de la mesa, inmóvil
Antes creo, era mía
"Tengo derecho a seguir viviendo",
Se rumorea en el rellano que perdió a su compañero en guerra
Es ya una zapatilla vieja
La mordía el perro cuando tenía dientes
Ahora ni eso
Espera debajo de la mesa, inmóvil
Antes creo, era mía
"Tengo derecho a seguir viviendo",
quien así hablaba era una triste zapatilla cuyo color gris y suela desbocada le daban una apariencia desdeñable y casi enterrada de si misma.
Llora en la otra parte de la mesa un perro que ya no tiene dientes, ni siquiera fuerzas para levantarse y caminar derecho, se cae a cada rato, pero tampoco quiere morir.
En la tele emiten una película sobre la eutanasia y su libertad. Ellos también quieren esa posibilidad. Sobre todo la zapatilla desparejada que ya no tiene quien le abrace su interior. Llora también, esta vez sin cordones.
Dedos cortados escribiendo
sin amo, sin dueño, sin dar explicaciones.
Dedos jóvenes, viejos,
estrangulados en un día de San Valentín
en que decidieron dejar de lanzar flechas y sucumbir al rojo intenso de la pasión.
Escriben derramando sangre
y llorando palabras que un día serán leídas
por ti, por mí y sobre todo por ellos.
Son dedos, con uñas pintadas,
con suciedad en la carne, con tinta en las venas
los critican por no tener ojos por no tener pies
pero son dedos que hablan, que escriben, que piensan
son dedos cortados, como los ojos sin cara
de Buñuel
Parte de un todo de un cuerpo
Dedos sin más
Besos digitales
Las llaman huellas dactilares
Y supura desde el centro
Y sangre en las hojas
Escribir sin saber a quién
Ni por quién ni para quién
Y una mancha de sangre derramada en el poema
Punto y final se cierra el paréntesis
Cae el lápiz
Sobre
El
Suelo manchado de cristal
Dijo el sabio a su compañero
Los dedos no escriben solos
Ni beben
Ni hablan
Ni suben tristemente a los árboles
Los monos también tienen dedos
Son el escalón anterior a la raza humana
Los dedos
Son seres superiores
Ellos señalan
Dedos que leen
Porque su sangre, en sus venas
Se ha quedado sin vida
Dedos muertos
Pero con más vida que nunca
Ahora se tapan con guantes
Ahora el sueño les llama desde los pies
Por eso ahora
Han escrito dormir y dormir en silencio nocturno
Dormir escribiendo los sueños del día de mañana tensando músculos y enraizando diamantes paladares sabrosos enriquecidos pensando en hoy después de ayer.
Dedos cortados escribiendo
sin amo, sin dueño, sin dar explicaciones.
Dedos jóvenes, viejos,
estrangulados en un día de San Valentín
en que decidieron dejar de lanzar flechas y sucumbir al rojo intenso de la pasión.
Escriben derramando sangre
y llorando palabras que un día serán leídas
por ti, por mí y sobre todo por ellos.
Son dedos, con uñas pintadas,
con suciedad en la carne, con tinta en las venas
los critican por no tener ojos por no tener pies
pero son dedos que hablan, que escriben, que piensan
son dedos cortados, como los ojos sin cara
de Buñuel
Parte de un todo de un cuerpo
Dedos sin más
Besos digitales
Las llaman huellas dactilares
Y supura desde el centro
Y sangre en las hojas
Escribir sin saber a quién
Ni por quién ni para quién
Y una mancha de sangre derramada en el poema
Punto y final se cierra el paréntesis
Cae el lápiz
Sobre
El
Suelo manchado de cristal
Dijo el sabio a su compañero
Los dedos no escriben solos
Ni beben
Ni hablan
Ni suben tristemente a los árboles
Los monos también tienen dedos
Son el escalón anterior a la raza humana
Los dedos
Son seres superiores
Ellos señalan
Dedos que leen
Porque su sangre, en sus venas
Se ha quedado sin vida
Dedos muertos
Pero con más vida que nunca
Ahora se tapan con guantes
Ahora el sueño les llama desde los pies
Por eso ahora
Han escrito dormir y dormir en silencio nocturno
Dormir escribiendo los sueños del día de mañana tensando músculos y enraizando diamantes paladares sabrosos enriquecidos pensando en hoy después de ayer.
El cuchillo afilado en una esquina de la mesa y las zapatillas abandonadas hoy en la memoria del perro que ni andaba ni ladraba ni callaba, el perro que miraba con ojos azules de ciego.
“un perro sueña que es zapatilla de la casa de su dueño”.
Los dedos también escriben dormidos porque no tienen cabeza que descansar y escriben cosas como esa porque envidian los pies que calzaban las zapatillas, porque los pies de aquella pareja divorciada caminan hoy sin más protección. Quisieran cortar aquellos pies como se cortaron los dedos.
Y si hubiera paraguas contra la vida
El perro de al lado compraría unos cuantos
Los dedos olvidan su función
Y es que ahora echan de menos la que antes los dirigía
Fue bonito mientras duró la libertad
Pero ahora
Ni paraguas ni sangre ni yodo ni agua
Se seca la tinta sanguínea
Se seca
Se
2 Pulsaciones:
No es que se seque, es que gotea y gotea muy bien.
Brutal.
Alhajita.
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