Tras el funeral

Encontré a Rafa en la puerta, a punto de llamar al timbre. Me reconoció enseguida, sonrió, esperó a que llegara y entró conmigo.
-¿Cómo va eso?
-Como siempre.
-Te han quitado la escayola por lo que veo
-Uf. No podía ya más tío. No veas el coñazo que es. Está Jesús, ¿no?
Asentí.
- Pues resulta que vengo de un funeral.
-Vaya.
-Sí. José. Se lo encontraron ayer en la calle.
-No jodas.
-Sí tío, ¿tendréis una cerveza no? Estoy deprimido, sabes.
-Hombre buitre- dijo Jesús.
-Vengo de un funeral.
-Un funeral ¿de quién?
-No se si lo conocías, José, el marido, bueno, el exmarido de Lola, que fumaba base, estaba en la calle...
-No. No se quien dices.
-¿Tenéis cerveza? Estoy...
Fui a la cocina, cogí una litrona de la nevera, nos sentamos en la mesa del comedor, llené tres vasos.
-Pues ahora duermo mejor,- añadió de repente-. Me han cambiado la máquina. Lo único, eso, que me molesta un poco, aquí, en las fosas nasales. Tendrían que hacer la punta de un material más blando. Ya es blando, no. Pero tendría que serlo aún más.
Jesús me pidió el móvil. Se lo dejé. Él se lo pasó a Rafa. Éste llamó.
Al cabo de unos veinte minutos llamaron a la puerta. Era Fernando. Se sentó a la mesa también, traje un cuarto vaso. Sacó el material.
-¿Esto qué es, pis de gato?
-¿Cómo pis de gato?, no entiendo.
-¿Esta no es de esa que huele a pis de gato cuando te la fumas?
-¿Qué dices tío?, esto está de puta madre.
-oye...mmm, me fías otro medio, tío-. Fernando sacó otra bolsita y la arrojó sobre la mesa. Pintaron tres rayas.
Fernando se pasó un rato hablando de los suculentos dividendos que le procuraba su nueva actividad empresarial. Al poco sonó un móvil. Era el de Fernando. Mantuvo una breve conversación.
-Bueno, la última y me piro- dijo
Luego se fue.