El perro del mal. Marca Ferrocarriles. Parte I (fragmento)
A Al Capone lo encerraron en Alcatraz por evasión de impuestos. Acabó sus días víctima de una sífilis sin tratar. Yo, ni siquiera me fijé en ti cuando nos presentaron. Estaba siempre distraído. No hacía otra cosa más que ver pasar la gente. Casi siempre desde el mismo banco.
Caminábamos, Angelo y yo, aburridos, por el casco viejo. Sonó su móvil. La luz de las farolas era naranja y triste. Eras tú. Estabas en un local oscuro, lleno de humo. Yo no tenía aún mucha confianza con él. Me preguntó si me apetecía acudir. Estábamos cerca. Decidimos pasarnos.
La noche era un universo de lejanías. Éramos ausentes.
Le sigo hasta el fondo, oscuro y breve (yo). Arrastrando los pies como Jesucristo. No me apetece hablar con nadie. Su sonrisa parece sincera. Pero le sirvo una copa. Contemplo su rostro. La historia de siempre. Demasiado triste. Y real. Estaba también Ahmed. Los cazas de Israel bombardeaban Beirut y él salvaba vidas en el Clínico, nos dimos la mano, me senté a su lado. Leonor, Ester y Michela.
Así te conocí. Sellando pactos con el mundo. Se oyen voces. Siempre hay algún bar abierto. Tanta comida desperdiciada. Quiero sólo beber un trago. Cómo explicártelo. Eso o cualquier otra cosa.
Ya estaba harto de tonterías. Enseguida olvidé los nombres.
Prueba a dibujarme sobre la servilleta. Quiero follar. No dibujar. No tenerte. Saber que eras mía. Posesión. Líquido. Egoísmo. Destrozo.
Charlé, sobre todo, con Ahmed.
La música estaba bastante alta. Era difícil entenderse. Bebí la primera cerveza en apenas tres tragos. Leonor me daba la espalda. Hablaba con otro. Llevaba los pantalones bajos y podía verle las bragas. De vez en cuando se giraba y escuchaba nuestra palabras. Sin entenderlas. En silencio. Hacía mucha humedad, me sudaban las manos.
Con el transcurso de las horas uno va. Debería plantearme visitar al genio de la lámpara. Hablar con él de ti. Contigo de él. Y robarle el diván al sicoanalista. Subir el volumen de la música. No escribir.¿Por qué no lo hago? De nada sirve. Tus brazos tal vez tampoco. Pero tus manos. Había que intentarlo. Con eso no quiero decir nada más que eso. Sabía que no podía durar. Siempre lo supe. Y aquí estamos, confiándolo todo a una puta página. Subiendo la música.
Hablándoles de ti.
Caminábamos, Angelo y yo, aburridos, por el casco viejo. Sonó su móvil. La luz de las farolas era naranja y triste. Eras tú. Estabas en un local oscuro, lleno de humo. Yo no tenía aún mucha confianza con él. Me preguntó si me apetecía acudir. Estábamos cerca. Decidimos pasarnos.
La noche era un universo de lejanías. Éramos ausentes.
Le sigo hasta el fondo, oscuro y breve (yo). Arrastrando los pies como Jesucristo. No me apetece hablar con nadie. Su sonrisa parece sincera. Pero le sirvo una copa. Contemplo su rostro. La historia de siempre. Demasiado triste. Y real. Estaba también Ahmed. Los cazas de Israel bombardeaban Beirut y él salvaba vidas en el Clínico, nos dimos la mano, me senté a su lado. Leonor, Ester y Michela.
Así te conocí. Sellando pactos con el mundo. Se oyen voces. Siempre hay algún bar abierto. Tanta comida desperdiciada. Quiero sólo beber un trago. Cómo explicártelo. Eso o cualquier otra cosa.
Ya estaba harto de tonterías. Enseguida olvidé los nombres.
Prueba a dibujarme sobre la servilleta. Quiero follar. No dibujar. No tenerte. Saber que eras mía. Posesión. Líquido. Egoísmo. Destrozo.
Charlé, sobre todo, con Ahmed.
La música estaba bastante alta. Era difícil entenderse. Bebí la primera cerveza en apenas tres tragos. Leonor me daba la espalda. Hablaba con otro. Llevaba los pantalones bajos y podía verle las bragas. De vez en cuando se giraba y escuchaba nuestra palabras. Sin entenderlas. En silencio. Hacía mucha humedad, me sudaban las manos.
Con el transcurso de las horas uno va. Debería plantearme visitar al genio de la lámpara. Hablar con él de ti. Contigo de él. Y robarle el diván al sicoanalista. Subir el volumen de la música. No escribir.¿Por qué no lo hago? De nada sirve. Tus brazos tal vez tampoco. Pero tus manos. Había que intentarlo. Con eso no quiero decir nada más que eso. Sabía que no podía durar. Siempre lo supe. Y aquí estamos, confiándolo todo a una puta página. Subiendo la música.
Hablándoles de ti.
4 Pulsaciones:
Buena parte II, esperando la tres si ha de ser y habiendo mutado ya en otra cosa.
saf
sigo con cuidado leyendo textos
son increibles
-
bye
Me gusta el cambio. Lo mejor del anterior texto era sin duda el último párrafo que lo has recuperado intacto. Bien elegido. Un besote
Nano, que mamón estás hecho. No dijímos que esto valía para cercar damiselas. Oye, somos sensibles eh? Nada de Yokos Onos. O si como querais.
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