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Miramos el vaso vacío. Tus ojos se reflejan , los míos se desatan, jugamos a echarnos la saliva, jugamos a rodarnos por el piso, queriendo sanar, como dos locos, de todas nuestras enfermedades imaginarias. Te levantas, es tarde, no te has lavado la cara, un helicóptero sobre nuestras cabezas. Hay mucha luz. Te miro, me miras, una sonrisa a medias. Eres tú. Y pese a todo sigo odiando la calle y todas las escaleras. Sigo odiando a ciertas horas concretas. Como si para querer matar hubiera un horario establecido.
3 Pulsaciones:
no hay horarios establecidos para matar, pero hay horarios que incitan a ello: por ejemplo, en época de elecciones
Mucho ha de decirse sobre los helicópteros. Mucho
también creo que sobre las libélulas
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