Paseante
Y tuve que dejarme ir,
irrevocable,
nublando.
Por idas presentes de envolventes sombras
cernidas al pecho florescente de cada uno de los latidos,
solapadas de inéditas dudas
o de siempre las mismas.
Esas sobre lo qué es el día
y sobre lo qué es la noche.
Qué es
lo que representa.
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