El chico de la escalera (Relato del 2000)
¿Quién aquel chico que fumaba en la escalera?
Pienso, pienso, pienso.
Pero no necesito convencerme de que no es más que un sueño.
O de que en realidad nada importa.
La advertencia en los carteles publicitarios dice: Es peligroso correr tras sombras desconocidas, acostarse en camas ajenas, mezclar sudores, inhalar alientos nuevos. Los informativos callan a quien duda.
Bailamos toda la noche. Hacía tiempo que quería habérselo dicho: Vámonos por ahí tú y yo, conozcámonos, hablemos. Fóllame era lo que en realidad quería decirle. ¿Quién necesita de los preliminares? ¿Eres tú de esos que sí? Aburridos y repetitivos, típicos y tópicos, no son estos los que a veces invitan a tu coco a una sesión de embriaguez.
Mi imaginación está desbordada. Hace tiempo que intento frenarla, misión imposible, ella se resiste.
Vago por paisajes recónditos, veo escenas de suerte y muerte.
Le veo a él.
Con su pelo lacio, siempre sucio.
Soy una mujer. Me masturbo, ¿qué pasa?. Soy una mujer. Pienso, lloro, escupo, eructo, río, jodo, beso, traiciono, follo, recuerdo...
¿Quién es el tipo de la escalera?
Con el pelo lacio y siempre sucio.
Bailamos toda la noche, follamos veinte minutos. El tío iba demasiado ciego.
En la calle amanecía. Dentro de la casa, la oscuridad me empapaba con la mierda compacta que es el hastío. Las paredes se alzaban contra mí. Y el peso del tío embistiendo entre mis piernas casi me hace vomitar. ¿Quién era?, ¿El tío de la escalera?
Hubo un tiempo en el que sólo quise su sangre y su tiempo, su semen, su delirio, su dolor.
Hubo un tiempo en que hasta parecía interesante. Ahora, sobre la cama y sin vida, ¿qué podría yo decir? Carecía de rostro, de expresión, casi de forma.
¿Había sido yo quién había amado tanto?
¿No es triste de repente encontrarse solo y cubierto de sangre?
¡Sangre!
¿Acaso las historias no acaban siempre tiñéndose de rojo, de náusea, de estela irreal?
¿Quién eres tú?
¿Por qué no avanzas?
El primer día tomamos unas cervezas en un bar cerca de su casa, caminamos bajo la lluvia, incluso nos reímos del resbalón de un tío al cruzar la calle, de la sangre que manaba, de los dientes que flotaban en el charco pequeño y denso, incluso nos besamos con lengua, alegres, ausentes, acuciados por el ritmo del tráfico, por los senderos llenos de semáforos parpadeantes.
*** Llego a casa y ceno. Fumo un porro en el sofá, delicioso sabor el de esta grifa, luces apagadas, ventana abierta. Me aburro de espiar al vecino de enfrente, abro una cerveza. Me acuerdo del tío pelo sucio, el de la escalera. (Ahora reducido a una masa sanguinolenta sobre las sábanas.) ¿Cómo ha llegado hasta aquí?
"¿No querías emociones fuertes?", Me dijo aquel día mientras me ataba y metía un dedo tras otro en mi coño... (perdí la cuenta). Me folló por todas partes. Con agresividad, con ganas, con furia.
Me abrió el culo como se abre una flor, me la metió en la boca, tropezaba en mi garganta hasta la arcada. Y se corrió y yo me lo tragué casi todo. Y el resto, de mascarilla, que oí por la tele que el semen es fantástico para la piel.
*** Soy una mujer de principios.
De principios y finales, pero no de intermedios.
Soy una mujer fuerte y me domina el ansia.
Enciendo un cigarrillo. No me tiembla el pulso, cosa curiosa analizando la situación.
Abro y cierro las cortinas. Palpo lo que fuera su hermoso rostro, sus ojos claros, su pelo oscuro, lacio, casi siempre sucio.
"La ducha es un lugar ingrato", me dijo una vez que bebíamos alcohol de garrafa en una bodega, "cada momento y persona deja en ti su olor, su esencia. El agua lo borra todo"
Reí.
"Seamos sinceros", continuó, "La ducha es un coñazo. Hace frío. Estamos hartos de lamernos como perros, como gatos, como lobos. No pidas más"
Estuvimos rodando por el suelo veintitrés días con sus veintitrés noches, jugando al ahorcado, hundir la flota y a la oca, y en vez de tiro porque me toca te pego una hostia.
Ojos morados.
"No quiero hacerte daño"
"No mientas"
"Quiero mentirte"
"Quieres hacerme daño"
A veces se fumaba un chino y se ponía insoportable. Tenía algunos amigos yonkis, y subían a casa a chutarse o a fumar mientras yo observaba y reía por sus venas encalladas y sus dientes podridos.
"No es más que otra forma" decía él. Y se quedaba dormido después de vomitar. Dormido que era ido, y no podía hablarle, que su mirada extraviada me provocaba a poseer, a no advertir. Su belleza pálida y sucia subía por mi columna vertebral como una serpiente de huesos. Trasnochada imagen.
"La luz del día es el caos para los borrachos", decía al despertar. "La noche arranca arrugas y vende trajes nuevos"
Se sentaba en la silla. Yo a horcajadas sobre y frente a él.
"Cómete mis tetas" le decía yo.
"Son tan pequeñas" respondía "Es encantador poder metérmela casi toda en la boca. Es encantador tocarte el culo y que me falten manos mientras la boca casi se queda grande y mi polla va perfecta a tu coño"
"En la desproporción está la proporción"
"Las medidas exactas son sueños de arquitectos y matemáticos. La belleza estriba en el caos de tu cuerpo, en el de tus emociones"
*** Tapo el esbozo con el edredón. Llamo por teléfono a números inventados. Voces no tienen tacto, voces amables, coincidencias terribles.
Vuelvo a la habitación. La sangre ha traspasado el grosor del puto edredón. Los CD´s están esparcidos por la moqueta. Ya sabemos de qué música se trata. El ordenador reventado a patadas en una esquina, la televisión del cuarto vacía por dentro, cada página de los libros arrancada, todas mezcladas, formando una gran historia sin sentido.
Le maté, pero no sé por qué. Lo cierto es que carecía de motivo, lo sé.
Le quería, tal vez le odié.
Le maté.
Despacio, sin temores. Destrozando cada fibrilla de su cuerpo. Abriendo en canal. Arrancando su pelo sucio, su polla maravillosa y cruel.
Con mucha calma, atornillé sus ojos a la cabecera de la cama para que me vieran siempre. Rodé por la moqueta con su corazón entre las manos, que parecía latir.
"La timidez es una barrera puesta ahí por el miedo a no ser aceptados, a no ser lo suficiente o ser demasiado. Miedo a mostrar la verdadera cara, la mala" decía.
"Tu voz es tremendamente sexy por teléfono, pero aquí al natural lo que me apetece es joderte toda la noche, y que tengas la boca cerrada excepto para chuparme la polla" comentó una vez al salir de un concierto.
*** Camino por el pasillo como poseída. Sin tabaco.
Bajo a comprar y a pillar chocolate antes de que EB se marche a casa. Las manchas de sangre no salen fácil. Paso de lavarme. El agua lo borra todo. Abro los botes de pintura para cristal y me pringo un poco las manos de verde, azul, amarillo. Hago lo mismo con la camiseta.
"He estado pintando un rato" digo a EB mientras le tomo el hachís de la mano y le doy las dos mil pelas.
"Siempre igual", contesta, "Ya me lo enseñarás"
Pillo un par de botes de Águila en la máquina del vídeo club. Van a cerrar. Vuelvo a casa. El ascensor huele a humedad. Las paredes del rellano son un puto desierto desde que borraron las pintadas.
En casa. Ahí está esa amalgama de rasgos desfigurados, vísceras pelo y carne. Apago las luces y vuelvo al sofá.
Enchufo la tele.
TELETIENDA
Hoy todos suspiran por la super hiper mega picadora que puede con todo solo con darle a la manivela o al botón, eso es cuestión ya de preferencias.
No compraré, me digo, esta vez no.
Pero es demasiado irresistible.
90232...
El tío de la tele sonríe con sus estupendos dientes blancos. Si tuviera fuerzas, se los saltaría todos de una patada.
Me cambio de ropa tras lavarme un poco. Me pongo las medias de rejilla, las que uso cuando salgo a bailar.
Y bailo. Sex Pistols a toda leche. Sobre las sillas, como aquella tía de los rulos en los bares del barrio, en los buenos tiempos, los de los tripis y la cola en el baño.
Me canso. Apago la música. Vuelvo al cuarto.
" La polla, ¿dónde he puesto la polla?"
Me agacho. No llevo zapatos. Miro debajo de la cama. Borras de polvo. Mierda. Allí está. La alcanzo con un pequeño esfuerzo.
Ya no es nada. Me da ganas de reír.
La lanzo contra la pared. Cae al suelo. No me molesto en averiguar donde.
Me siento en la cama, juego con mis pies, miro a mi alrededor. Voy hacia el espejo.
Me brillan los ojos y tengo el pelo enredado. Los pezones se marcan en la camiseta.
Me toco las tetas. Arqueo las cejas, me doy la vuelta y me palmoteo el culo. Me subo la falda y lo observo. Un buen culo. El tatuaje puede distinguirse a través de las medias.
"Me gusta lamerlo porque sé que jamás se irá. Me gusta lamerlo porque sé que te gusta y así jamás te irás tú"
Me humedezco los labios. Todos. Los mayores y los menores. Soy una mujer. Me masturbo, ¿qué pasa?, una y otra vez.
La sangre ha dejado de correr. Se ha oscurecido. Es pegajosa, pastosa. Quito el edredón para verlo de nuevo. Huele mal. Pese a que casi ni me importa, no puedo evitar el vomitar.
Ahora recuerdo. Le maté mientras dormía. Su puto y hermoso cabello sucio esparramado en la almohada. Sus ojos claros, cerrados y ajenos a la dulce visión de mi cuerpo desnudo y armado.
Empecé clavándolo casi en su nuca, y bajé desgarrando, con una fuerza extraña que parecía poseerme. Una fuerza que era única. ¿Aburrimiento?
Tele, Violencia, Sexo... llenan espacios en la vida de uno. Lo torturé después de muerto con la alegría de quien estrena zapatos.
Pasé así mucho rato.
" El tiempo no existe" decía a veces "Eres tu quien pasa a través de él, quien cuenta las horas y los años, quien lo inventa cada mañana para fijarse metas y lo olvida cada noche para poder dormir"
Después estuve tosiendo y vomitando.
Saco un cigarro y corto una boquilla. Destripo el resto sobre mi mano y quemo el costo de EB. Huele bien. Saco un papel y me lío el porro con rapidez.
Me pongo los zapatos, la chupa. Cojo dinero y le arreo una patada a la tele del cuarto. Otra a la masa viscosa que en algún otro momento fue él. Se me manchan los zapatos. "Mierda"
Enciendo el canuto y salgo al ascensor
La calle rezuma frío. Y soledad.
A lo lejos, una silueta se recorta en un sitio clave.
¿Quién es el nuevo tipo de la escalera?
¿Por qué hay gente que no para de tentar a la suerte y a la muerte?
Lanzo al aire la pava del peta y meto las manos en los bolsillos. Agacho la cabeza y sólo puedo preguntarme cuando llegará a mi hogar la super hiper mega picadora que me permitirá realizar mil platos increíbles...
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Un diez.
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