estas drogas erizan la piel y ansían la destrucción del cuerpo, no obstante, el lecho rocoso del fallecido es un buen lugar donde dormir
imagino cientos de almas arropadas en los cimientos del mausoleo o manicomio
abrigados con pieles de otro tiempo, con la ira colgando en sus andares, los viajeros acuden recubiertos de gloria y miedo
arañando con su gesto
la tumba de los últimos poetas
es doloroso el saqueo que permitimos en nuestro pecho expuesto, es imperdonable la trivialidad en los telediarios y los ladridos al amanecer en algunas poblaciones del sur
mientras, tú desapareces en el hielo o en la roca escarlata
con mano firme, los días pasan absurdos, como algunas vocales
como los peces que se alimentan del pan que lanzan algunos niños en los estanques de los parques
ángeles se disputan ansiosos el enjambre de tu sexo sangrante, corretean alrededor de tu verbo seguro, admiran embelesados la caída de los dioses sobre charcos de orín
estos animales,
(de lobo y hombre) olisquean partes de nuestros cuerpos desnudos: las axilas, el pie, la entrepierna; dispuestos a devorarnos de un momento a otro, nos sumergen en saliva
sucedáneos de bestias se agolpan sin mirarnos a los ojos, oculto su rostro, sin decir nuestros nombres por temor a ser reconocidos después,
en el infierno
hay ciudades perdidas, devastadas por certeros pianos,
a golpe de violín cayeron rendidas algunas civilizaciones,
la literatura que resbala de tus dientes ha enterrado bárbaros pensamientos, inhumanas costumbres de leche, oligarquías despeñadas por una rosa herida
la elección es la serpiente
la que alimenta tu boca y cercena tu voz, la que impide el canto del marinero, el nacimiento del dragón, el ala de avestruz
como una infección es la serpiente
la espiral que ha de resumir el proyecto de nuestras calaveras, el horror de nuestros hijos
la que colmó de óbito los sueños
y permite el asco en cualquier episodio de amor
Etiquetas: La ciudad de los Gatos