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Browne

Calambres Exquisitos

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu. Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida(Artaud)

miércoles, 23 de mayo de 2007

El perro del mal. Marca ferrocarriles. Parte I (fragmento 2)


Yo sólo creo en mi y en Yoko Ono. Puedes charlar con las tostadas por la mañana. O conseguir que el terror sea tolerable. Otra vez perdido. Estado de bienestar. Espera. Tengo que vender esta novela. Y hacerme rico. ¿Es que nadie lo entiende? Pluto, sangre, sudor... Es la putada de ser uno más.
Te confunden fácilmente.

Fuimos después a la Luna. Era gratis en el Rincón del Mal. Pero tres o cuatro almohadas más, cojines, marihuana y ya estábamos allí. Pedimos una jarra de vino y seis vasos. Había también una guitarra. Ahmed se despidió. Los héroes madrugan. O no duermen. Pasé los dedos por las cuerdas, estaba desafinada. Ester me lanzaba miradas extrañas, yo estaba algo inspirado, reímos, todos, bastante. Así iba entonándome con el vino. Se acabó la jarra y aún pedimos otra. De allí nos fuimos ya confusos. Un poco más. Advierto que algo ha pasado pero entonces, ¿me conocía ya ella.?, ¿sabía quién o cómo era? ¿lo sabía yo? Confidencias. Me quedé con ganas de tocar la guitarra. Esa es la verdad.

Me gusta pensar que la posición de los astros no me afecta. Quizás sea así. Otra vez, dudo, me gustaría detener el tiempo, ahora mismo, ¡ya!. La avenida parece infinita, esquivo a los niños que corren de lado a lado persiguiendo una pelota, a los peatones que sí tienen prisa y rumbo. Rumbo y prisa. Dolor. Debería irme a vivir al campo. O buscarte en las librerías.

Estuvimos sentados sobre las escaleras un buen rato. Tres o cuatro chavales patinaban al borde de los escalones, se caían y volvían a levantarse. Mientras ellos vivían al límite nosotros os acompañamos a casa. A las tres. Cuando llegamos señalaron el número de la puerta. El tres.
-No se si me acordaré, -dije.
-Es fácil. Tres. Como nosotras- dijo Ester.

Nos invitaron a subir. Accedimos. La casa era pequeña. Las paredes pintadas de verde o de azul, muchas ventanas y techos más altos que tú y que yo. La cocina y el salón juntos. Cocinaron unos espaguetis, con ajo y aceite. Mientras hervía el agua yo ojeaba los libros que estaban en la repisa. Nos sentamos a la mesa, puse un disco de De Gregori. Cuando acabamos me dispuse a fregar los platos, pero no me dejaron. Al rato nos despedimos. La calle estaba tranquilísima. Era tarde. Yo tenía la bicicleta en la plaza del Ayuntamiento. Acompañé un rato a Angelo y luego pedaleé, casi furioso, hasta casa. Era casi de día. Mientras abría el portal escuché algún pájaro, me detuve un momento, se hizo el silencio, entré en el rellano.


4 Pulsaciones:

A las 25 de mayo de 2007, 0:17 , Anonymous Anónimo ha dicho...

No es por repetirme,
pero es que esto me gusta tanto...

 
A las 25 de mayo de 2007, 3:09 , Blogger safrika señorita ha dicho...

por cierto,además del texto, el cuadro es genial, me gusta mucho Schiele!

 
A las 25 de mayo de 2007, 16:34 , Blogger Daniel Munin ha dicho...

muy buena la cursiva, se nota que no es tuya jajajaja schiele impresionante

 
A las 18 de julio de 2011, 22:44 , Anonymous  ha dicho...

me encanta el blog, quiero seguirte pero no veo el boton de "seguidores" por ningun lado (¿
?)

 

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